noviembre 22, 2022

Los dolores chiquitos son los que duelen más.

Un platito lleno, sin tocar.

Un juguete solo en un rincón del cuarto.

Un cascabel en silencio.

Diminutos lugares vacíos: el huequito de la estufa, la esquina izquierda de la cama. El borde de arriba del sillón.

Las sombras quietas de la casa, en donde se perfila una cola, un maullido que no suena.

Un fantasma chiquitito y peludo. Los ronroneos que pudieron haber sido.



noviembre 17, 2022

El uniforme del barrendero, una mancha naranja apenas desde el octavo piso. El mismo uniforme, ¿el mismo barrendero? Un año atrás también lo miraba, sin que él se supiera observado, las cosas siguen igual, mismo vino blanco, misma barra, los gatos alrededor de la banqueta como en ritual de desvelo.
Nada anticipaba las despedidas inminentes, ninguna estrella, nada en la noche quieta, inmóvil. Como no lo anticipa nada ahora. 
Mañana, otra vez, el universo podría implosionar y vos tendrías que ir a trabajar igual, igual que el año pasado y el anterior. Las estrellas no tienen funerales, ni vos tampoco.
El único movimiento que existe es el vaivén de nombres. El paso de los años es un invento de los muertos.


Anna.

noviembre 03, 2022

No money, no sister
No house, no
No flower
No lover

I don’t have a mother
I don’t have a brother
They are gone far away
We are waiting for them to come back
We are waiting for them to come back

No Lover, no country
No water, no
No planet
No glory

I don’t have a mother
I don’t have a brother
They are gone far away
We are waiting for them to come back
We are waiting for them to come back



noviembre 02, 2022

25/5 - 2/11

A veces pienso en él, busco su perfil en las redes y miro sus últimas publicaciones: ninguna señal, ni una pista. Un par de viñetas con chistes, algunos comentarios aislados de amigos. Pienso en ese último encuentro, en ese último cruce de miradas, en su sonrisa que decía que me conocía, aunque yo no lo conocí en ese momento. Había tenido un día largo y el trabajo apremiaba, cuando me pongo los anteojos para trabajar además parece que soy otra persona, me siento como otra persona, estoy "en el papel", actúo. No reconozco gente. No lo reconocí a él.

Tengo una amiga, Sofía, es enfermera en un hospital. Hace poco nos contó que una ex compañera de la academia ingresó en la guardia, el parte decía intoxicación voluntaria, era la segunda vez. Tiene problemas en su casa, anotó la guardia que la recibió. Sofía no tiene mucha pedagogía psicológica, cuando le tocó atenderla la llamó irresponsable, "tenés una hija de tres años" la retó. Sofía sabe bien lo que es el sufrimiento, lo ve todos los días. Sus ideas son simples: no se debería obligar a vivir a quien no quiere. Es más, hay que dejar que se maten y den sus órganos a los que sí quieren vivir. Las ideas de alguien que ve todos los días cómo algunos intentan aferrarse desesperadamente al hilo de sus vidas sin poder, mientras otros "lo desperdician".

No puedo discutir su argumento.

Hay una publicación, de principio de mes, muchas publicaciones abajo de las últimas. Volví muchas veces a mirar su perfil, no sé qué buscaba. La publicación, un mes antes, era una viñeta sobre la muerte. No tenía ninguna reacción, ningún comentario de nadie. Como si nadie la hubiese visto.


Anna.

septiembre 14, 2022

Il dolce far niente

- Me siento culpable. Llevo tres semanas en Roma y lo único que he hecho es aprender unas palabras y comer.

- Te sientes culpable porque eres americana. No sabes cómo divertirte.

- ¿Cómo dices?

- Es cierto. Los americanos saben de entretenimiento pero no de placer.

(...)

- Escuchame, ¿sabes cuál es su problema? Americanos... trabajan demasiado, hasta el límite. Luego vuelven a casa y se pasan el fin de semana frente al televisor.

- Se acerca mucho a la verdad, es cierto.

- Pero no conocen el placer. Tienen que decirles que se lo merecen. Ven un comercial que dice "Tómate esta cerveza" y ustedes dicen "Lo haré; de hecho, compraré un cajón completo"; se lo beben todo y despiertan a la mañana siguiente sintiéndose terribles. Pero a un italiano no tienen que decírselo: se encuentra en el camino un letrero que dice "Te mereces un descanso hoy" y él dice "Sí, lo sé. Por eso pienso tomarme un descanso en la tarde para dirigirme a tu casa... ¡y acostarme con tu esposa!".

- Le llamamos "dolce far niente". Significa "la dulzura de no hacer nada". Somos maestros en eso.





Hay un hueco en la red del balcón. Un hilito de tanza desaparecido, la aventura de algún pájaro, el descuido de algún pintor, una puerta diminuta hacia la nada. Un abismo de posibilidades para un gato, apenas una ilusión de libertad para una persona. Un recordatorio sutil: esa red tan frágil te protege a vos y a tus gatos de la amenaza latente de ocho pisos al cemento, borrón y cuenta nueva; tan frágil, como soplar fuerte y de pronto, la red, la vida, un chorrito de agua que se escurre de las manos, se escurre del balcón, se escurre y se seca en el cemento por el sol, un día cualquiera de primavera. 

Anna.

agosto 17, 2022

"The world will break your heart ten ways to Sunday, that's guaranteed. And I can't begin to explain that or the craziness inside myself and everyone else, but guess what? Sunday is my favorite day again."

-Silver Linings Playbook



agosto 11, 2022

"Insistes en confundir mi soledad con amargura, mi seriedad con enojo y mi silencio con apatía. Me sigues desconociendo."

Elena Poe

julio 30, 2022

Desiderata

Camina plácido entre el ruido y la prisa,
y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible y sin rendirte,
mantén buenas relaciones con todas las personas.
Enuncia tu verdad de una manera serena y clara,
y escucha a los demás,
incluso al torpe e ignorante,
también ellos tienen su propia historia.
Esquiva a las personas ruidosas y agresivas,
pues son un fastidio para el espíritu.
Si te comparas con los demás,
te volverás vano y amargado
pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus éxitos,
lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera,
por humilde que sea,
ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.
Sé cauto en tus negocios,
pues el mundo está lleno de engaños.
Más no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe,
hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales,
la vida está llena de heroísmo.
Sé sincero contigo mismo,
en especial no finjas el afecto,
y no seas cínico en el amor,
pues en medio de todas las arideces y desengaños,
es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo de los años,
abandonando con donaire las cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu para que te proteja de las adversidades repentinas,
más no te agotes con pensamientos oscuros,
muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Sobre una sana disciplina,
sé benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo,
no menos que las plantas y las estrellas,
tienes derecho a existir,
y sea que te resulte claro o no,
indudablemente el universo marcha como debiera.
Por eso debes estar en paz con Dios,
cualquiera que sea tu idea de Él,
y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones,
conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida.
Aún con todas sus farsas,
penalidades y sueños fallidos,
el mundo es todavía hermoso.
Sé cauto.
Esfuérzate por ser feliz.


Max Ehrmann

julio 22, 2022

First there is desire
Then passion
Then... suspicion!
Jealousy! Anger! Betrayal!
Where love is for the highest bidder,
There can be no trust!
Without trust,
There is no love!

Jealousy.

Yes, jealousy...

Will drive you mad!



julio 21, 2022

Nothing that you love
Is ever lost
Why, how could it ever be
When you loved from within



Poem by Athey Thompson 
Photographer Jean Philippe Charbonnier 1958




mayo 04, 2022

Y qué significa, este sillón, estos almohadones
Qué significa este vino abierto
Esa música sonando

Qué sentido tiene, esa copa solitaria
Las sábanas nuevas y limpias
La casa callada y expectante

Dónde está todo
Cómo está todo
Para qué

Acá sin vos
Sin él
Sin nadie

más que los gatos
que miran conmigo la luna
en silencio.


Anna.

abril 29, 2022

Decile que sí. Decile que sí a sus manos, a sus ojos, a sus pestañas largas como persianas abiertas para vos. Decile que sí a sus castillos de humo, a su caballo blanco con riendas de besos para vos, princesa en peligro. Dejá dormir a tu dragón, cantale una cancioncita de cuna, que descanse, escapate un par de noches a sus brazos y sus promesas con olor a hogar, dejate ir a grupa del horizonte imaginario que te promete.¿Qué vas a perder?
Si ya te rompiste tantas veces.
¿Qué vas a perder?
Si en el peor de los casos uno más desaparece.
Ya no hay pegamento
dejá tus pedazos al viento
dulce del otoño
Que se arremolinen tus astillas
Que se despeinen tus heridas
Si tu historia es un destino de comienzos sin finales, entonces
Dejate comenzar mil veces
Que mil veces más te amen
Aunque sea una ilusión,
que te rescaten
de ese dragón
aunque sea un rato,
y te prometan
sus tardes de domingo
junto a vos.

Anna.

abril 24, 2022

 "¿Que cómo hemos de comportarnos en este Apocalipsis? Pues tienes que ser amable con los demás, como no lo has sido nunca. Y tienes que dejar de ser tan serio. Bromear ayuda. Y adopta un perro, si no tienes uno."

Kurt Vonnegut
Matadero 5

marzo 10, 2022


 Por eso, muchacho, 
no partas ahora
soñando el regreso
que el amor es simple
y a las cosas simples
las devora el tiempo.

febrero 20, 2022


 "The greatest thing 
you'll ever learn
is just to love
and be loved in return"


Silvio Rodríguez - Quien fuera


 Los cuadernos nunca se terminan
como no se terminan las cosas tristes, nunca
como no se termina nunca este cielo nublado,
esta sensación de traición, esta melancolía,
las hojas en blanco son todo eso
que pudo haber sido escrito, pero no lo fue.

febrero 19, 2022

Dos

 Llevaba tres semanas sin poder dormir. Cuando te pasas tres semanas sin dormir todo se convierte en una experiencia extracorporal. El médico me dijo: «El insomnio es sólo un síntoma de algo más profundo. Descubra cuál es el problema. Escuche a su cuerpo».

Yo sólo quería dormir. Quería pequeñas cápsulas azules de doscientos miligramos de Amital Sodio. Quería píldoras azules y rojas de Tuinal, y pastillas de Seconal de color rojo carmín. 

El médico me dijo que si mascaba raíces de valeriana y hacía más ejercicio, al final, conseguiría dormir.

Tanto se ha hundido el fruto viejo y magullado de mi rostro, que pensarías que estoy muerto. El médico me dijo que si quería ver dolor auténtico, pasara por la Primera Eucaristía el martes por la noche. Vea a los pacientes con parásitos cerebrales. Vea las enfermedades óseas degenerativas. Los trastornos cerebrales orgánicos. Vea cómo sobreviven los enfermos con cáncer.

Así que fui.

En el primer grupo al que acudí hubo presentaciones: Alice, Brenda, Dover. Todo el mundo sonríe
como si les estuvieran apuntando a la cabeza con una pistola invisible.

Jamás doy mi nombre verdadero en los grupos de apoyo.

He aquí el esqueleto minúsculo de una mujer llamada Cloe cuyo trasero sin relieve deja los pantalones
colgando, vacíos y tristes. Cloe me cuenta que lo peor de sus parásitos cerebrales era que nadie se quería acostar con ella. Allí estaba, tan próxima a la muerte que le habían liquidado la póliza del seguro de vida con setenta y cinco mil pavos y, en realidad, lo único que Cloe deseaba era echar un último polvo. Nada de intimidades, sólo sexo.

¿Qué puede decirle ningún tío? Bueno, ¿qué se le puede decir?

Todo el proceso había comenzado cuando Cloe empezó a sentirse un poco cansada. Ahora Cloe estaba
demasiado aburrida para seguir un tratamiento. Películas pornográficas, tenía películas pornográficas en su apartamento.

Durante la Revolución francesa, me contó Cloe, las mujeres encarceladas —duquesas, baronesas, marquesas o lo que fueran— se tiraban a cualquier hombre que quisiera montarlas. Notaba la respiración de Cloe en mi cuello. Follar era una manera de matar el tiempo.

Los franceses lo llamaban la petit mort.

Si estaba interesado, Cloe tenía películas pornográficas. Nitrato de amilo. Lubricantes.

En tiempos normales, ya estaría disfrutando de una erección. Sin embargo, Cloe es un esqueleto hundido en cera amarilla. 

Con el aspecto que tiene Cloe, no soy nada. Incluso menos que nada. Aun así, los hombros de Cloe se clavan en los míos cuando nos sentamos formando un círculo sobre la alfombra de tripe. Cerramos los ojos. Era el turno de Cloe para dirigir la meditación guiada, y su voz nos introdujo en el jardín de la serenidad. Cloe nos hizo remontar la colina del palacio de las siete puertas. Dentro del palacio estaban las siete puertas: la verde, la amarilla, la naranja, y Cloe nos hizo pasar y abrió con sus palabras cada una de ellas —la puerta azul, la roja, la blanca— descubriéndonos lo que allí había.

Con los ojos cerrados, imaginábamos que nuestro dolor era como una bola de luz blanca que todo lo
curaba, que flotaba alrededor de los pies y subía por las rodillas, la cintura y el pecho. Nuestros chakras se abrían. El chakra del corazón. El chakra de la cabeza. Con sus palabras Cloe nos introdujo en cuevas donde nos encontramos con el animal que era nuestro guía. El mío era un pingüino.

El hielo cubría el suelo de la cueva y el pingüino dijo: «Deslizaos». Sin esfuerzo alguno nos deslizamos por túneles y galerías. 

Entonces llegó el momento de abrazarnos. 

Abrid los ojos. 

Cloe explicó que el contacto físico era terapéutico. Todos debíamos escoger a un compañero. Cloe me echó los brazos al cuello y se puso a llorar. En casa llevaba ropa interior sin tirantes y lloraba. Cloe tenía aceites y esposas y lloraba mientras yo veía el segundero del reloj dar la vuelta a la esfera once veces. 
Así que no lloré durante la primera visita a un grupo de apoyo, hace dos años. Tampoco lloré en mi segunda y tercera visita. No lloré en las sesiones de parásitos sanguíneos, ni en las de cáncer intestinal o demencia encefálica orgánica. 

Es lo que ocurre en los casos de insomnio. Todo es muy lejano: la copia de una copia de una copia. El insomnio te distancia de todo; no puedes tocar nada y nada puede tocarte. 


Chuck Palahniuk



PD: Te amo (cap 30 - fragmento)

 Holly llegó al restaurante a las ocho y veinte, ya que había pasado horas probándose distintos conjuntos. Finalmente escogió lo que Gerry le había indicado que se pusiera el día del karaoke, para así sentirse más próxima a él. Las últimas semanas no habían sido fáciles, los momentos malos habían prevalecido sobre los buenos y le estaba costando trabajo recobrar la entereza. 

Mientras se dirigía a la mesa del restaurante el corazón le dio un brinco.

Vivan las parejas. 

Se detuvo a medio camino y se hizo a un lado, ocultándose tras la pared. No estaba segura de poder enfrentarse con aquello. Le faltaban fuerzas para mantener a raya sus sentimientos. Echó un vistazo alrededor en busca de la mejor vía de escape; desde luego no podía marcharse por donde había entrado, ya que sin duda la verían. Vio una salida de emergencia al lado de la puerta de la cocina, la habían dejado abierta para mejorar la ventilación del local. En cuanto respiró aire fresco, se sintió libre otra vez. Atravesó el aparcamiento pensando qué excusa daría a Sharon y Denise. 

—Hola, Holly. 

Se quedó de una pieza y se volvió lentamente al comprender que la habían sorprendido in fraganti. Vio a Daniel apoyado contra un coche, fumando un cigarrillo. 
—Qué tal, Daniel. —Fue a su encuentro—. No sabía que fumaras. 
—Sólo cuando estoy nervioso. 
—¿Estás nervioso? —Se dieron un abrazo. 
—Me estaba armando de valor para reunirme ahí dentro con el Sindicato de Parejas Felices. 

Daniel señaló hacia el restaurante con el mentón. Holly sonrió. 
—¿Tú también? 

Daniel se echó a reír. 
—Bueno, si quieres no les diré que te he visto. 
—¿Vas a entrar? 
—De vez en cuando hay que apechugar —dijo Daniel, aplastando la colilla del cigarrillo con el pie. 
—Supongo que tienes razón —convino Holly con aire reflexivo. 
—No tienes que entrar si no te apetece. No quiero ser el causante de que pases una mala velada. 
—Al contrario, será agradable contar con la compañía de otro corazón solitario. Somos muy pocos los que quedamos de nuestra especie.

Daniel rió y le ofreció el brazo. 
—¿Vamos? 

Holly se apoyó en su brazo y entraron lentamente en el restaurante. Resultaba reconfortante saber que no era la única que se sentía sola. 
—Por cierto, tengo intención de largarme en cuanto terminemos el segundo plato —aclaró Daniel. 
—Traidor —contestó Holly, dándole un codazo en broma—. En fin, yo también tengo que marcharme pronto si no quiero perder el último autobús. —Hacía unos días que no tenía dinero suficiente para llenar el depósito del coche. 
—Pues entonces tenemos la excusa perfecta. Diré que tengo que irme pronto porque te acompaño a casa y que tienes que estar de vuelta a… ¿qué hora? 
—¿Las once y media? —A las doce tenía previsto abrir el sobre de septiembre. 
—Perfecto. Daniel sonrió y se adentraron en el comedor, sintiéndose más valientes gracias a su complicidad. 
—¡Aquí llegan! —anunció Denise cuando se aproximaron a la mesa. Holly se sentó al lado de Daniel, pegándose como una lapa a su coartada. 
—Perdonad el retraso —se disculpó. 
—Holly, éstos son Catherine y Thomas, Meter y Sue, Joanne y Paul, Tracey y Bryan, a John y Sharon ya los conoces, Geoffrey y Samantha y, por último pero no por ello menos importantes, éstos son Des y Simon. 

Holly sonrió y saludó con la cabeza a todos. 
—Hola, somos Daniel y Holly —parodió Daniel con agudeza, y Holly tuvo que aguantarse la risa. 
—Ya hemos pedido, espero que no os importe —explicó Denise—. Pero traerán un montón de platos distintos que podemos compartir. ¿Os parece bien? 

Holly y Daniel asintieron con la cabeza. La mujer de al lado de Holly, cuyo nombre no recordaba, se volvió hacia ella y le habló en voz muy alta. 
—Dime, Holly, ¿tú qué haces? 

Daniel arqueó las cejas mirando a Holly. 
—Perdona, ¿qué hago cuándo? —contestó Holly con seriedad. Detestaba a la gente entrometida. Detestaba las conversaciones que giraban en torno a lo que la gente hacía para ganarse la vida, sobre todo cuando se trataba de perfectos desconocidos que acababan de presentarle. Advirtió que Daniel temblaba de risa a su lado. 

—¿Qué haces para ganarte la vida? —preguntó la mujer otra vez. Holly se había propuesto darle una respuesta ingeniosa y un tanto grosera, pero de pronto cambió de idea al ver que las demás conversaciones se apagaban y todos se fijaban en ella. Miró alrededor un tanto incómoda y carraspeó con nerviosismo. 
—Yo… bueno… ahora mismo estoy sin trabajo —confesó con voz temblorosa. La mujer torció la boca y se quitó una miga de entre los dientes con un gesto de lo más vulgar. 
—¿Y tú qué haces? —preguntó Daniel, levantando la voz para romper el silencio. 
—Oh, Geoffrey dirige su propio negocio —contestó la mujer, volviéndose con orgullo hacia su marido. 
—Estupendo, pero ¿qué haces tú? —insistió Daniel. 

La señora se mostró desconcertada al ver que Daniel no se daba por satisfecho con su respuesta. 
—Bueno, ando todo el día ocupada haciendo un montón de cosas distintas. Cariño, ¿por qué no les cuentas lo que hacéis en la empresa? 

Se volvió otra vez hacia su marido para apartar la atención de ella. El marido se inclinó hacia delante.
—No es más que un pequeño negocio. Dio un mordisco a su panecillo, masticó lentamente y todos aguardaron hasta que se lo tragó para poder proseguir. 
—Pequeño pero exitoso —agregó su esposa por él. Geoffrey por fin acabó de comerse el bocado de pan. 
—Hacemos parabrisas de coche y los vendemos a los mayoristas. 
—Uau, qué interesante —dijo Daniel secamente. 
—¿Y tú a qué te dedicas, Dermot? —preguntó la mujer, dirigiéndose a Daniel. 
—Perdona, pero me llamo Daniel. Tengo un pub. 
—Ya. —Asintió con la cabeza y miró hacia otra parte—. Qué tiempo tan malo estamos teniendo estos días, ¿verdad? —preguntó a la mesa. 

Todos reanudaron sus conversaciones y Daniel se volvió hacia Holly. 
—¿Qué tal las vacaciones? 
—Oh, lo pasé de maravilla —contestó Holly—. Nos lo tomamos con calma y no hicimos más que descansar, nada de desenfrenos ni locuras. 
—Justo lo que necesitabas —convino Daniel, sonriendo—. Me enteré de vuestra aventura marina. 

Holly puso los ojos en blanco. Apuesto a que te lo contó Denise. Daniel asintió riendo.
—Bueno, seguro que te dio una versión exagerada. 
—No tanto, la verdad, sólo me contó que estabais rodeadas de tiburones y que tuvieron que sacaron del mar con un helicóptero. 
—¡No puede ser! 
—Claro que no —dijo Daniel, y soltó una carcajada—. Aun así, ¡debíais de estar enfrascadas en una conversación muy jugosa para no daros cuenta de que ibais mar adentro a la deriva! 

Holly se ruborizó un poco al recordar que habían estado hablando de él. 
—Atención todos —llamó Denise —. Probablemente os estaréis preguntando por qué Tom y yo os hemos invitado aquí esta noche. 
—El eufemismo del año —murmuró Daniel, haciendo reír a Holly. 
—Bien, tenemos que anunciaron una cosa. Miró a los presentes y sonrió. —¡Una servidora y Tom vamos a casarnos! —chilló Denise. Perpleja, Holly se tapó la boca con las manos. Aquello la había cogido desprevenida. 
—¡Oh, Denise! —exclamó con un grito ahogado, y rodeó la mesa para abrazarlos—. ¡Qué maravillosa noticia! ¡Felicidades! 

Holly miró el rostro de Daniel. Estaba blanco como la nieve. Descorcharon una botella de champán y todos levantaron la copa mientras Jemina y Jim o Samantha y Sam, o como quiera que se llamaran, proponían un brindis. 
—¡Un momento! ¡Un momento! —Denise los detuvo justo antes de que empezaran—. Sharon, ¿no tienes copa? Todos miraron a Sharon, que sostenía un vaso de zumo de naranja en la mano. 
—Aquí tienes —dijo Tom, llenándole una copa. 
—¡No, no, no! No beberé, gracias —dijo Sharon. 
—¿Por qué no? —vociferó Denise disgustada porque su amiga no quería celebrar su compromiso. John y Sharon se miraron a los ojos y sonrieron. 
—Bueno, no queríamos decir nada porque ésta es la noche de Tom y Denise… 

Todos la instaron a desembuchar. 
—Bien… ¡Estoy embarazada! ¡John y yo vamos a tener un hijo! 

A John se le humedecieron los ojos y Holly permaneció inmóvil en su silla. Aquello tampoco lo había previsto. Con los ojos llenos de lágrimas, fue a felicitar a Sharon y John. Luego volvió a sentarse y respiró hondo. Todo aquello era excesivo.
—¡Pues brindemos por el compromiso de Tom y Denise y por el bebé de Sharon y John! 

Brindaron y Holly pasó el resto de la cena en silencio, sin apenas probar bocado. 
—¿Quieres que adelantemos la retirada a las once? —propuso Daniel en un susurro. Holly asintió en silencio. 

Después de la cena Holly y Daniel se excusaron por marcharse tan pronto, aunque en realidad nadie intentó convencerlos de que se quedaran un rato más. 
—¿Cuánto dejo para la cuenta? —preguntó Holly a Denise. 
—Nada, no te preocupes —contestó Denise, restándole importancia con un ademán. 
—No seas tonta, no voy a dejar que pagues mi parte. ¿Cuánto es? 

La mujer que tenía al lado cogió la carta y se puso a sumar los precios de los platos que habían pedido. Eran un montón y Holly apenas había comido. 
—Bien, sale a unos cincuenta por cabeza, contando el vino y las botellas de champán. 

Holly tragó saliva y miró los treinta euros que llevaba en la mano. En aquel momento, Daniel le cogió la mano y tiró de ella para que se pusiera de pie. 
—Venga, vámonos, Holly.

Holly fue a disculparse por no llevar consigo tanto dinero como creía, pero al abrir la palma de la mano vio que había un nuevo billete de veinte. 

Sonrió agradecida a Daniel y ambos se dirigieron al coche. 

Circularon en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos sobre lo ocurrido durante la cena. Holly quería alegrarse por sus amigas, lo deseaba de veras, pero no podía evitar sentir que estaban dejándola atrás. Las vidas de todos progresaban y la suya no. Daniel detuvo el coche delante de la casa de Holly.
—¿Te apetece entrar a tomar un té o lo que sea?

Holly estaba segura de que diría que no, por lo que se sorprendió al ver que Daniel se desabrochaba el cinturón de seguridad y aceptaba su ofrecimiento. Daniel le caía muy bien, era muy atento y siempre se divertía con él, pero en aquel momento deseaba estar a solas. 
—Menuda nochecita, ¿eh? —dijo Daniel tras beber un sorbo de café. Holly meneó la cabeza con escepticismo. 
—Daniel, conozco a esas chicas prácticamente de toda la vida y te aseguro que no esperaba nada de esto. 
—Bueno, si te sirve de consuelo, yo hace años que conozco a Tom y no me había dicho ni pío.
—Aunque ahora que lo pienso, Sharon no bebió nada mientras estuvimos fuera. —No había escuchado ni una palabra de lo que le acababa de decir Daniel—. Y vomitó algunas mañanas, aunque dijo que se debía al mareo… —Se interrumpió mientras iba encajando las piezas mentalmente. 
—¿El mareo? —preguntó Daniel, confuso. 
—Sí, después de nuestra aventura en el mar —explicó Holly. 
—Ah, claro. 

Esta vez ninguno de los dos rió. 
—Qué curioso —dijo Daniel, acomodándose en el sofá. «Oh, no», pensó Holly, aquello significaba que no tenía intención de marcharse enseguida —. Mis colegas siempre decían que Laura y yo seríamos los primeros en casarnos —prosiguió Daniel—. Nunca se me ocurrió que Laura lo haría antes que yo. 
—¿Va a casarse? —preguntó Holly con delicadeza. Daniel asintió con la cabeza y desvió la mirada. —Él también había sido amigo mío en otros tiempos. —Sonrió con cierta amargura. 
—Obviamente ya no lo es. 
—No. —Daniel negó con la cabeza —. Obviamente no. 
—Lo siento.
—En fin, a todos nos toca nuestra justa ración de mala suerte. Tú lo sabes mejor que nadie, Holly. 
—Sí, nuestra justa ración. 
—Ya lo sé, no tiene nada de justa, pero no te preocupes. También nos llegará la buena suerte —aseguró Daniel. 
—¿Tú crees? 
—Eso espero. 


Cecelia Ahern

febrero 12, 2022

Ahora no me lo vas a creer, pero existe. Existe alguien ahí afuera que va a compartir tu locura por los gatos, que te va a aceptar así, huraña, tierna, cansada, tonta. Existe ahí afuera alguien que no va a pensar que está mal que estés tan rota, alguien que va a poder ayudarte mientras tratás de desenredar tus nudos, alguien ahí afuera que esas veces que no podás más te va a saber levantar para que sigás. Sé que ahora no me creés, pero está ahí. Y va a entender que hablar te cueste, que el sexo te cueste, que todo te cueste. Va a entender que te esforzás muchísimo todo el tiempo, y va a apreciar todo lo que le des, porque va a entender cómo te costó. Y te puedo asegurar que esa persona también va a tomar vino como vos, va a tocar el piano o la guitarra para que canten juntos, y va a cambiar sus libros con los tuyos y sacarse fotos con vos y mostrárselas al mundo. Se van a poder sentar esas noches heladas de junio los dos envueltos en una colcha en el sillón a leer por octava vez El Señor de los Anillos. Te lo puedo asegurar, existe alguien así, y que le guste comer como a vos, con vos, que le guste bailar como te gusta a vos, con vos. Y te va a mirar así sin maquillaje y con toda esa ropa hippie sin combinar que usás y va a pensar que sos la más linda, alguien que no va a dudar. 

Sé que ahora no me lo vas a creer. Pero existe alguien que va a leer lo que escribís, y que va escribir para vos también, quizá todavía no se conocen, pero se van a encontrar, y cuando lo hagan te puedo jurar, no va a dudar.



Anna.

enero 26, 2022

Si esta aun fuera nuestra casa,
esta lluvia sería 
musica de fondo de nuestros acurrucos
la tarde inundada
de gatos y café y mimos.
Si esta aun fuera nuestra casa,
no habría apuro
ni ropa
ni frío
si el balcón aun fuese nuestro balcón
y los vecinos escandalizados
nuestros vecinos.
Si esta aun fuera nuestra casa
y abajo los autos
la vida de otra gente que pasa
pero no nosotros
acá arriba, 
si acaso aun fuera esta 
nuestra casa.

Anna.

enero 09, 2022

- ¿Abuela cómo se afronta el dolor?
- Con las manos, cariño.
- Si lo haces con la mente, en lugar de aliviar el dolor, éste se endurece aún más.
- ¿Con las manos abuela?
- Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las mueves tejiendo, cocinando, pintando, jugando o hundiéndolas en la tierra, envías señales de cuidado a la parte más profunda de ti. Y tu alma se ilumina, porque le estás prestando atención. Entonces, las señales del dolor ya no serán necesarias.
- ¿Las manos son realmente tan importantes?
- Sí, hija mía. Piensa en los bebés: comienzan a conocer el mundo, gracias al toque de sus pequeñas manos. Si miras las manos de los viejos, te cuentan más sobre su vida que cualquier otra parte del cuerpo.
Todo lo que se hace a mano, se dice que está hecho con el corazón. Porque es realmente así: las manos y el corazón están conectados. Los masajistas lo saben bien: cuando tocan el cuerpo de otra persona con sus manos, crean una conexión profunda. Es precisamente a partir de esta conexión que llega la curación. Piensa en los amantes: cuando se tocan las manos, hacen el amor de una manera más sublime.
- Mis manos abuela… ¡Cuánto tiempo no las he usado así!
- Muévelas, mi amor, comienza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Y en cambio lo que hagas con ellas, se convertirá en la obra maestra más hermosa. Y ya no dolerá más. Porque habrás sido capaz de transformar su esencia.



Elena Bernabè

enero 04, 2022

Mensaje en una botella

 Estoy atrapada en una isla desierta, donde hay un monstruo terrible que amenaza a cada rato con matarme y no tengo cómo escapar. En esta isla no hay otras personas, sólo gatos que me defienden del monstruo, pero a veces los gatos necesitan dormir, o se distraen, y entonces el monstruo me golpea con su aliento de fuego. Es el monstruo más cruel que he conocido nunca, a punto, creo que juega conmigo pero en verdad no quiere matarme: sólo quiere verme sufrir. Cuando tiene oportunidad, me abrasa, su ataque me quema las tripas produciendo un dolor insoportable, pero sólo lo suficiente como para que al poco me rehaga, me levante nuevamente y entonces me vuelve a tirar. 

He estado atrapada en esta isla mucho tiempo, y he aprendido a combatir este monstruo de muchas maneras, ya no me caza tan rápido como al principio, pero a pesar de todo ni los gatos ni yo hemos podido matarlo. Sin embargo no siempre fue desierta la isla. Hace poco vino alguien. Pensé que el monstruo lo atacaría también, pero no fue así, y durante mucho tiempo pensé que se había ido, que habría muerto, vivimos felices esa persona y yo y los gatos y todo fue perfecto. Pero un día esa persona se cansó de la isla, de las mismas playas, de los mismos árboles, del mismo cielo. Se cansó de los mismos gatos y de mí. Vio una señal de humo a lo lejos y decidió seguirla. Yo me quedé. 

El monstruo volvió.

Hacía tanto tiempo que no lo veía que había olvidado cómo combatirlo. Recordé cómo era antes, el vivir huyendo o enfrentándome a él todo el tiempo, el cansancio, el miedo. Busqué la señal de humo a lo lejos para ir tras él, pero no pude encontrarla. Tampoco puedo abandonar a los gatos. No puedo salir de esta isla. Escribí un mensaje desesperado y egoísta, preguntándole si encontró lo que el horizonte le prometía y lo metí en una botella que arrojé al mar. 

Un mensaje pidiéndote que si estás ahí leyendo esto y en algo me extrañás, que volvás a mí.


Anna.