"De pequeño Anselmo había aprendido a diferenciar ciertas lágrimas de otras, y supo por demás que este hombre tenía el espíritu hecho un estropajo. Vio al carruaje sospechoso disminuir la velocidad y cruzar el pálido de luna sobre el puente. Luego volvió a fijar la mirada en el hombre embarrado que lo sujetaba desde atrás, sabiendo que
de todo aquello que puede encontrarse sobre este endiablado mundo cuando los tiempos te arrastran a una fosa, lo único que puede salvarte es un corazón comprensivo, aún cuando sea el del primer idiota que te cruces por la copa de un árbol. Qué más podía hacer, maldita sea, que mandarse de cuclillas a la rama más fornida y tensar el arco apuntando al torniquete de la carroza para desprenderlo, y dejar que cada pecador se las arreglara con su dios."
-Gustavo Daniel
"Peces al grito de venganza"
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