noviembre 17, 2021

Yo no sabía nada de estrellas ni de constelaciones, y vos tan segura me miraste y me llamaste iniciadora. Después me explicaste algo de unas energías invisibles que nos arrastran como ríos desde nuestro nacimiento hasta la muerte y me dijiste sólo dos opciones: "o vas con la corriente o en su contra".

Yo no sabía nada de esos ríos invisibles de los que me hablabas, pero me quedó prendida en la cabeza ese nombre que me diste, me sonó a mal augurio, como si hubieses visto en los surcos de mi mano una vida de despedidas. 

Esa palabra, que me vuelve ahora a medio vaso de cerveza caliente, en estas noches más calientes todavía, llena de esas estrellas que no entiendo, intenta explicarme por qué una vez más se fue alguien de mi vida, intenta consolarme pidiéndome que no luche contra el río, que baje la cabeza, termine el vaso y obedezca, que antes de que yo naciera los astros decidieron mi trabajo en esta tierra y es inútil.

Inútil, como para probarme, luchar contra ese río que te cruza en mi misma cuadra, a mi misma hora, para decirnos ¿qué decirnos? Ojalá hubieses podido leer en mi cuerpo, así como leíste en mi estrella, que todo se despedazaba mientras te miraba y no te decía nada, mientras bajaba la cabeza y obedecía al río invisible, si hubieses podido leer que no sé nada de estrellas ni de constelaciones, pero que el río de sangre que corre por mis venas me pedía a gritos no dejarte ir.

Ahora ya no estás acá para explicarme cómo hace una para no ahogarse en esos ríos, y me ahogo en un vaso de cerveza, caliente, una noche más, sin vos.




Anna.


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